When your brain is Game Over. An Erasmus' life.

sábado, 25 de agosto de 2012

De vuelta.


Hace casi una semana que volví a España. Después de todo el curso y todo el verano al fin estoy de vuelta. No voy a negar que el viaje fue otro espectáculo, porque pese a que anteriormente había mandado cajas con miles de cosas a mi casa y de tener que dejar otras tantas atrás, tuve que volver a forrarme en ropa de nuevo. Y bueno, que eso te pase en invierno, pues no está mal, pero en pleno verano no es tan divertido. 

Y ahora que es el momento de deshacer todo y ponerlo en su lugar me encuentro con un montón de recuerdos que se quedarán en tan sólo un puñado. Entre ellos un viaje por Europa en solitario para poner fin a todo este año. Es la mejor locura que hecho en mi vida. Pasaron mil cosas de las que ya apenas recuerdo con claridad, visité como unos ocho países diferentes, conocí a mucha gente de miles de sitios y me volví a casa con una experiencia inolvidable.  

Llegados a este punto, no sabría como decir adiós porque este blog me ha ayudado a escribir todo lo que quería decir, de una forma u otra. Se me hace raro dar clausura a todo esto, pero es lo que toca, así que, gracias a todos aquellos personajillos alegres que no tuvieron nada mejor que hacer que leer todas mis gilipolleces y seguirme de cerca. Pero sobre todo a los que dieron bombo al blog tachándome de racista y a todos aquellos que me subieron las visitas por el hecho de querer leerme y reírse de mí. Habéis conseguido inflarme el ego y hacerme sentir importante. Gracias también a mi amigo David, creador de la idea y a otra chica, de cuyo nombre no quiero acordarme, por ser la inspiradora del título del blog. Nunca pensé que de la tontuna inmensa de esa chiquilla pudiera salir un título que diera tanto juego.

Espero que generaciones posteriores sigan creando blogs de Erasmus, aunque al parecer ya pasé el testigo, lo que espero que es que realmente se haga, y si no, pues mejor que la tortura termine con quien empezó y quedarme siendo la única en mi espacie, que eso me hace sentir un poco especial.

Bueno, lectores, os dejo con mis memorias Erasmus online para que sigáis riéndoos de mis ‘tontás’ por supuesto. Y sin nada más que decir me voy.

 AAAAAAAADIÓS.

p.d.: Ya que estoy aquí aprovecho para saludar a mi madre, mamá deja de quemar las comidas caseras leñes; a mi hermano por llamarme Burto, nombre que sirvió de seudónimo; a mis amigos de siempre, los de toa' la vida, que por suerte los jodíos nunca cambian, especialemente a José Ruiz, porque espero que algún día llegues a ser el gran cantante que todos esperamos; a mis colegas de Mérida que andan pai' acho; y a los que me aguantaron durante la Erasmus, Saly, Dani, Yoli, Kevin, Pablo, Sara, Carmela, Javi, Diana, María... pero más que nada, Kenny y Aaricia que me ayudaron muchísimo en clase y Ali y Sacha, a los que no puedo decirles nada más que no sepan.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Berlín. Alemania.


Alemania, un país muy castigado por diferentes guerras, con una de las historias más interesantes de los últimos años. Un país fuerte que quiso dominar y vencer y que se vio obligado a retroceder en sus pasos y quedar humillado. Algo que a día de hoy aún es latente en la ciudad de Berlín.

Conocida como la capital nazi, Berlín es un claro ejemplo de todo el sentimiento que Alemania arrastra. Un lugar donde se respira el profundo rechazo a ciertos aspectos de su pasado, donde la población no habla de lo que su país se convirtió durante la II Guerra Mundial y que construye monumentos en honor a todas las personas que murieron a manos de gente que no representaba a toda la población. Porque si hay algo que se respira en el ambiente alemán es el profundo respeto, dolor y vergüenza que aun ellos sienten por lo que fue su pasado. A día de hoy a las nuevas generaciones les enseñan a sentir lo mismo, a sentirse culpables por algo que después de todo no lo son, supongo que con la esperanza de que la historia nunca se repita.

Y es que si hablamos de Berlín, todo el mundo piensa en Hitler, en el holocausto, en los campos de concentración y exterminio y en los judíos. Y se olvidan de que fueron obligados a reconocer mediante el tratado de Versalles que fueron los únicos culpables de la I Guerra Mundial. Yo no digo que no lo fueran, pero juraría que en una guerra no solo hay un culpable, si no varios. O que durante la Guerra Fría fue dividida en dos por un muro, el muro de Berlín, también conocido como el muro de la Vergüenza. Que quizás ellos ya se sintieron lo suficientemente mal como para seguir recordándolo y sin embargo lo mantienen. Ese carácter que los convierten en personas tan respetuosas que no son capaces de hablar de su historia sin sentir que son tan culpables como los que realmente lo fueron. Que incluso si se veía por la ciudad alguna bandera de su patria, a esas personas se las tachaba de fachas. Algo que aún sigue ocurriendo en España. Que hay lugares en los que las fachadas de los edificios aun siguen teniendo marcas de balas y donde aun se puede respirar un poco el aire viciado que dejó todo su pasado en cada rincón…

Pero desde luego y aun así, supieron sacar jugo de todo y hacer comercio de ello de manera que ahora puedes visitar miles de museos en honor al pueblo judío, puedes visitar sus campos de concentración, puedes ver donde ocurrieron las cosas que desencadenaron las locuras de los líderes que llevaron al país a entrar en varías guerras y puedes vivir de primera mano toda esa historia, mientras Alemania se convierte, después de levantar la cabeza y mirar al frente, en una gran potencia. Y mientras todo eso ocurre, los turistas no tenemos más remedio que acabar enamorados de ciudades como esta, dejándonos embelesar por su historia y sus rincones y la personalidad que ahora los caracteriza. Porque si hay lugares donde poder aprender y perderte en la historia, sin duda Berlín, es uno de esos. 





















Palacio Charlottenburg.












Muro de Berlín.












Tacheles.