When your brain is Game Over. An Erasmus' life.: 2011

sábado, 31 de diciembre de 2011

¡Feliz Año Nuevo!


Dicen que hoy es el día en el que se hace balance de lo bueno y malo y el momento del año en el que se pide para tener salud, trabajo y amor. Yo como costumbre no pido nada, excepto no atragantarme con las uvas, porque si ya es un poco absurdo celebrar los últimos doce segundos del año, como para empeorarlo. Aunque bueno, aquel excedente de producción nos ha dejado una bonita tradición, todo sea dicho.

Aun así, lo único que espero del nuevo año, es dejar de aprender ciertas cosas. Yo he tenido que vivir ciertas situaciones que no se las deseo a nadie y lo único que pediría iría contra natura. Así que sólo espero que a todo el mundo la vida siga sonriendo o empiece a sonreír. ¿Para que estar mal toda una vida, teniendo una vida entera para estarlo? Así que, haced como siempre, celebrad otro año más, no como uno que se ha ido, si no como otro nuevo que entra. Espero que vuestros deseos se cumplan.


Sin embargo, si tuviera que pedir algo, sería que la situación no empeorara mucho más. Puestos a pedir ¿no?

domingo, 25 de diciembre de 2011

¡Feliz Navidad!


Fechas para pasarlas con la familia y con los amigos. Fechas en las que el espíritu navideño hace que la gente sea más solidaria y se conciencie un poco, en las que las calles se alumbran y la gente parece más feliz, en las que la ilusión de muchos no significa nada para otros tantos, en las que se recuerda a los que se fueron y se celebra junto con los que se quedaron. Fiesta pagana convertida en un acto religioso y que ahora no es más que una etapa materialista. Pero de todas formas ¿a quién no le hace ilusión pensar que hoy al despertar tiene un regalo bajo el árbol de navidad? ¿Quién no añora esa sensación de inocencia pensando que todo es mágico? Son sentimientos que podrían perdurar durante todo el año y que por desgracia no todo el mundo los mantiene. Por ello yo pienso que para todos aquellos que no encuentren nada bueno en estas fechas, que pidan un regalo, recuperar a su niño interior. 




Sin embargo y a pesar de todo, no dejo de pensar en todo aquel no que puede disfrutar de una fiesta como ésta de la misma forma que yo. Así que sintámonos afortunados por vivir como vivimos pese a que no todo el mundo dispone de las mismas facilidades. Porque no para todo el mundo significa lo mismo.



Y yo, os deseo lo mejor ahora y después y que Papa Noel os llene el árbol de regalos, si puede...



sábado, 24 de diciembre de 2011

De vuelta a casa por Navidad.

Martes, 20 de diciembre, un día cualquiera como otro de tantos o al menos era lo que pensaba. Salgo de casa, temprano por la mañana, como cualquier otro día, la diferencia era que esta vez llevaba dos maletas. Me volvía a España. Pero los problemas empezaron justo en el momento de salir.

Salgo de casa, está lloviendo y aunque quisiera no podía usar ningún paraguas, llevaba las dos manos ocupadas. Voy hasta la parada del bus. Empieza a llover más fuerte. Llega el bus, lleno como siempre. El conductor decide no abrir la puerta por lo que me tengo que colar por la puerta de atrás. Casi no consigo entrar. La gente no hacía hueco, ni para mí ni para las maletas. Casi me caigo y casi se me cae la maleta encima por intentar ponerla dentro. La solución, entrar a empujones. Consecuencia, minutos de malas miradas e infinito desprecio. El bus sigue su camino haciendo sus correspondientes paradas y el conductor sigue sin querer abrir la puerta delantera, por lo cual, la gente entraba por la puerta por la que entré yo. Todo el mundo intentaba entrar por el lugar en el que estaban mis maletas. No hubo ni uno que no se tropezara con ellas.

Llego a la estación. Maldigo el tiempo, que no mejora. Tengo que esperar para coger el tren. Entretanto, conozco un muchacho italiano, Jhonas. Iba para el aeropuerto también. Quince minutos después avisan que se han cancelado los trenes a Charleroi, la ciudad donde está el aeropuerto. Pregunto en información y al parecer hay incidencias (no me digas) y no saben si los trenes siguientes harán su recorrido. Me recomiendan que, en vista de que nada es seguro, vaya hasta Namur y desde allí intente ir en tren hasta Charleroi. Ya en el tren con el iltaliano, conocimos a dos personas más que les había pasado lo mismo que a nosotros, Gil (o algo así) y Susana.

Llegamos a Namur. Todos los trenes a Charleroi están cancelados. TODOS. Se supone que durante el miércoles y el jueves habría huelga, pero no el martes. Vamos los cuatro a la estación de autobuses que hay al lado de la de tren. Hay un bus para Charleroi. Teníamos que darnos prisa porque lo perdíamos. Nos quedamos allí, los muchachos y yo, mientras Susana se volvió a la estación de tren. Nos llama por teléfono. Teníamos unos escasos minutos para llegar que venía un tren con destino ‘el maldito aeropuerto’. Corre de nuevo tirando de las maletas. Seguía lloviendo en Bélgica.

Llego a Charleroi y me encuentro con amigos que iban al mismo sitio y que venían desde Liège. Al parecer el tren que me dijeron en información que no sabían si iba a llegar, llegó y yo lo cogí en Namur en vez de allí. Ganas de matar aumentando. Luego tienes que coger otro bus que te lleva justo al aeropuerto. Yo iba con tiempo de sobra, pero Jhonas por ejemplo casi pierde el avión. Llegas y te pones a pesar las maletas. Sobran cinco kilos. ¿Y dónde los meto?

Lo siguiente me recuerda al viaje que hice para ir a Bélgica. Tuve que abrir las maletas y empezar a sacar ropa como una loca. Al final conseguí dejar las maletas en su justo peso. Como regalo, llevaba puesto tres pantalones y cinco sudaderas, más la chaqueta. Por no decir que una muchacha que conocí allí, Aranza, y que venía en mi mismo vuelo se ofreció a llevarme algo de ropa en su maleta. Iba por el aeropuerto que no podía caminar, era más fácil tirarme en el suelo y rodar. A la hora de pasar por el detector, tienes que quitarte todo lo que lleves encima. Yo llevaba un cinturón puesto, en el primer pantalón. Al final pité, pero por las botas. Me las tuve que quitar y ponérmelas después, con mis tres pantalones. Aquello no era normal. Pero peor fue cuando dije de ir al baño. Que tortura de día, y aún me quedaba un vuelo con Ryanair y su mercadillo. Estando en la puerta de embarque había un hombre que pensaba poner una denuncia porque no sabía que si se pasaba de peso tenía que pagar 20 euros el kilo. Le sobraron ocho y pagó por ellos porque lo que llevaba en la maleta eran cervezas. Más de uno dijo que se las tendría que haber bebido allí, total, estuvimos una hora esperando porque el vuelo vino con retraso, así al menos la espera no hubiera sido tan larga.

Ya después del vuelo, al llagar a Barajas pude quitarme tanta ropa y poder guardarla en mi maleta, todo el mundo se reía al verme, pero yo estaba recuperando la movilidad en mis extremidades, lo cual me era indispensable, iba a adentrarme en el metro de Madrid. Dicen que es uno de los mejores de ¿Europa? ¿En serio? Pues a mi sobraran escaleras y me faltaban algunas mecánicas y algún que otro ascensor. No es agradable tirar de dos maletas, una en cada brazo.

Y ya después de todo el día de viaje, llegué por fin a casa de un colega, pensando he sobrevivido al metro. MENTIRA. Me robaron el ladrillaco de móvil belga que tenía, de estos con pantalla a color, pero que no tienen ni para politonos. Yo sabía que la cosa en España estaba mal, pero no sabía que para tanto. Vamos yo digo de robar y me encuentro con ese teléfono y es que yo creo que lo devuelvo. Pero bueno ahora ya estoy en casa y como predije, enferma. Vaya Navidad me espera. 

martes, 6 de diciembre de 2011

Leuven, Bélgica.

Louvain, Leuven o lo que es lo mismo Lovaina. Estoy ya tan acostumbrada al francés que cuando me dijeron Lovaina no sabía de qué me estaban hablando. Aunque bueno supongo que es normal. El desorden lingüístico que ocasiona estar de Erasmus es algo que la gran mayoría ‘sufrimos’, supongo que es porque aprendemos, queramos o no.

Leuven es una ciudad muy curiosa, en la que si tienes un buen mapa, te pierdes. Es mejor seguir tu instinto y caminar sin rumbo, porque los nombres de las calles por norma general no se corresponden, mayormente porque allí no se habla francés, si no neerlandés. Fue quizás en este lugar en el que me di cuenta que estoy aprendiendo francés, porque cuando quería decir algo e intentaba decirlo en inglés no era capaz. Era un asco, la verdad, porque allí pocos fueron los que contestaron en francés, te hablan en flamenco y si no en inglés, si lo entiendes bien y si no pues también.

Aun así, es un sitio agradable, sobre todo, el casco histórico, que es un barrio que se extiende por ambos lados del río Dyle, el cual parte la ciudad en dos. Es un barrio con construcciones que datan del siglo XVII y que actualmente es el campus universitario. Y es que si hay algo que destaca de Lovaina es que es una ciudad universitaria, de hecho, la mayor parte de la población son estudiantes. Es allí donde está el bar para los Erasmus y hasta lo que tengo entendido allí se encuentra el fundador de la beca Erasmus. Si es verdad, no lo sé, porque a mi ese concepto no me quedó claro, sobre todo cuando hice un intento fallido de encontrar algo alusivo a ello, como una escultura o algo. Y tampoco me encontré ningún estudiante, pero he de reconocer que un sábado por la mañana, si hubiera estado de fiesta todo el viernes, yo tampoco me hubiera encontrado. 










Ayuntamiento





Esta figura es la representación de un 'club' que existe solo en esta ciudad, llamada 'Los Hombres de Honor', compuesta sólo por hombres mayores de 40 años y que se ha convertido en una tradición aunque no hicieron nada en concreto para recibir el nombre por el que se les conoce.

Este personajillo se encuentra en la Iglesia de San Pedro y cada 15 minutos toca la campana.








Sí, lleva un cono en la cabeza.





Un escarabajo pinchado en una aguja y detrás la biblioteca universitaria, que es muy import...
Sigo sin entender lo del escarabajo.










Este poste lo encuentras siempre en las puertas de las guarderías.














Arte conceptual, aunque yo prefiero llamarlo como la bici roñosa, mohosa y llena de mierda que tiraron al río unos Erasmus borrachos perdídos, Seguro que eran españoles. 





El jardín botánico. Algo que enamora.