When your brain is Game Over. An Erasmus' life.: Un mes, como quien no quiere la cosa.

martes, 11 de octubre de 2011

Un mes, como quien no quiere la cosa.

Recuerdo el día de mi viaje como algo muy lejano y realmente sólo ha pasado un mes, pero me ha parecido una vida. Aun así, todavía se me viene a la mente cosas como cuando el primer sábado que salí de fiesta. Aquí tampoco hay mucho donde elegir, o te vas de bares en plan ‘tranqui’ o te vas a Le Carré, cuatro calles del centro en el que sólo hay bares y bares, borrachos y más borrachos. Cuando estás allí lo que se estila es beber en la calle, pero no haciendo botellón, si no que te pides una cerveza, te vas fuera del bar con el vaso y recargas comprando latas de cerveza en algún moro (lo que nosotros conocemos como chinos). Pues ese día, después de estar por el centro me fui a dormir a casa de Elena, otra chica Erasmus. Me estuve riendo muchísimo con ella, sobre todo cuando estábamos ya acostadas y me dijo: ‘es que no me duermo porque no te callas’. Yo, acto seguido, me callé, lo siguiente que recuerdo es a Elena encendiendo una vela y haciendo sombras con las manos en el techo. Y luego si ella no duerme es culpa mía. No me pude reír más.

O como el día aquel, a principio de mes, que venía a Lieja un amigo, Nacho, me dio por ir a recogerlo y si ahora lo pienso detenidamente, no lo hago. Fui yo, poco alegre a coger el bus que me llevaba al aeropuerto de la ciudad. Después de preguntar a varias personas y que cada uno me dijera una cosa diferente, opte por no hacerles caso y preguntar al autobusero si iba o no al aeropuerto. Si no, posiblemente hubiera acabado en yo qué sé dónde. Al final, un conductor me dijo que sí, que él iba para allí y le pedí por favor que me dijera cuando tenía que bajarme porque no lo sabía. Ciertamente y como le pedí al hombre, me dijo: ‘esta es tu parada, el aeropuerto está subiendo esa calle que tienes a mano izquierda’. A día de hoy me lo encuentro y la ostia que le doy es chica. Yo no sé qué entiende ese hombre por aeropuerto, pero aquello no lo era. Cuando terminé de caminar por aquella calle me encontré en medio de una base o algo, al que para llegar tenía que cruzar a través de un campo y encima lloviendo. Pero como ya tampoco tenía mucho que perder decidí ir y preguntar en una cabina qué era aquello y dónde estaba el aeropuerto. El hombre me dijo que aquello era sólo para pilotos y que el aeropuerto estaba cruzando más campo aún y mucho más lejos de dónde yo estaba. En definitiva, estaba en yo qué sé dónde, lugar al que todo el mundo parecía que quería enviarme. Realmente estaba en medio de la nada y tuve que esperar casi una hora para que pasara un bus de vuelta. Me entretuve mientras tanto en mirar vacas que había por el monte. Fue sin duda, una tarde muy productiva, en la que por aburrimiento acabé cantando por Pocahontas, pero Pocahontas la primera película, no las demás, que esas ya no las he visto, era ya más ‘adulta’ como para verlas. Aunque teniendo en cuenta, la situación en la que estaba en ese momento, la palabra ‘adulta’ se convierte en algo efímero y sin sentido.

Sin embargo, lo que si tengo aún bien fresco, es el recuerdo de mi primer día de clase, en el que conocí a Kenny, un chico español que vive aquí desde siempre y a Aaricia, una chica que estuvo de Erasmus el curso pasado en España. Fue un día raro y complicado, como todos los días de las dos primeras semanas. Sin embargo ahora, y aunque no domino el idioma, y tenga un cacao mental al hablar porque mezclo el francés, con el español y el inglés, estoy muy cómoda sabiendo que tengo buenos amigos en clase. Puede que no hable mucho con ellos, por eso de mi hándicap, pero nos reímos constantemente cuando hacemos imitaciones de animales, cuando les hago preguntas comprometidas o cuando les enseño a insultar en español. Últimamente lo que más se escucha en clase es bocachanclas y chupapollas. Es una buena clase, todos se llevan bien y todos están, como dice Stefano, otro coleguita que estudia conmigo, completamente locos.

Pero yo creo que, lo que más me ha gustado de todo este mes, sin contar con la visita de mis amigos, es saber que al llegar aquí he encontrado no sólo mucha gente con la que estar y gente en la que de verdad confiar, si no alguien que me ha otorgado la etiqueta de prima a las dos semanas de conocerme. Llegar a un país desconocido y sola y encontrarte con un primo no tiene precio, para todo lo demás Mastercard (la NX de Caixanova, para ser más exactos).

2 comentarios:

  1. Valla me alegro que al final te encuentres con buena gente por esos lugares...Espero que te acuerdes de mi y me traigas un recuerdo, pido poco con una de esas vacas que viste me conformo.

    ResponderEliminar
  2. ji homrbre si ya es dificil facturar algunas cosas imaginate como para llevar regalos pa to cristo...y una leche

    ResponderEliminar